Estas sensaciones te ayudarán a evaluar un buen vino en tu boca, sin mucho esfuerzo
Además de los aromas y sensaciones olfativas de definen los sabores y su equilibrio, en la boca se aprecian diversas sensaciones producidas por los componentes del vino, y que en muchas ocasiones dejamos de lado, dando prioridad a los sabores aromáticos, pero sin embargo determinan en gran medida la calidad de un buen vino.
No pierdas detalle a continuación de los siguientes cinco términos, que con la ayuda de BOCOPA, productores de vinos de calidad, hemos recopilado para ayudarte en evaluar y apreciar mejor el vino.
1. Astringencia.
La lubricidad o sensación de suavidad en boca desaparece cuando se combinan los taninos con proteínas de la saliva. Es la causa de la percepción de la astringencia, esa sensación de sequedad en la boca que nos producen principalmente los tintos.
En los vinos jóvenes las moléculas tánicas tienen un mayor tamaño y la astringencia se acentúa. A medida que envejecen y se polimerizan (se combinan con otras moléculas), modifican su tamaño (o desaparecen) y la astringencia va desapareciendo. El envejecimiento en botella afina más la astringencia que en barrica. La barrica aporta nuevos taninos al vino, especialmente si ésta es nueva.
2. Calor y frescura.
El calor o la frescura es una de las primeras sensaciones que se perciben cuando bebemos un vino. Ambas sensaciones son de tipo químico, es decir producidas por alguna sustancia o componente del vino. El componente responsable del calor es el alcohol y el estímulo de frescura es transmitido en función de la acidez del vino. Teniendo en cuenta que todos los vinos poseen cierto grado de acidez, será el alcohol el que determina la prevalencia de una u otra sensación, es decir, si prevalece el alcohol sobre la acidez del vino la sensación será de calor, en caso contrario, será de frescor.
3. Picor.
La sensación picante la origina el gas carbónico. Además de en los vinos espumosos, como el Cava o el Champagne, esta sensación puede encontrase en los vinos jóvenes: blancos, rosados y tintos, que puede considerarse una sensación agradable que realza la juventud y el frescor de estos vinos. Por el contrario se trata de un defecto si aparece esta sensación de picor en vinos añejos.
4. Rugosidad.
Esta sensación desagradable se percibe en la parte central de la lengua y procede, en la mayoría de los casos, de la oxidación de los taninos. Es un síntoma de mala conservación de los vinos tintos.
5. La temperatura.
Las sensaciones térmicas pueden tener un origen químico — cuando tomamos un caramelo de mentol, por ejemplo, nos provoca cierto frescor en boca— o físicas, por la temperatura real del vino. Hay que considerar que la sensibilidad de los órganos sensoriales aumenta, hasta cierto grado, con la temperatura. Por cada tipo de vino debe tomarse a su temperatura recomendada para poder apreciar y disfrutar su sabor. Un tinto demasiado frío no sabrá a nada, y un blanco a temperatura ambiente estará alcohólico y horrible.