El uso de marcadores de ADN ha revolucionado la manera de identificar variedades vegetales como las de viña de vinificación, que podrían tener la llave, incluso, para luchar contra las peligrosas enfermedades de la madera y obtener cepas resistentes a los rigores del cambio climático
El investigador del Instituto de Ciencias de la Vid y del Vino (ICVV-CSIC), Javier Ibáñez -uno de los expertos de referencia en España sobre esta vía de trabajo, que ya ha proporcionado grandes avances-, explica algunas de las claves de los avanzados sistemas de identificación varietal actuales.
«Buscamos determinados puntos del genoma que sabemos que son más propensos a variación» y «así podemos obtener como un código de barras para cada variedad, en función de estos marcadores de ADN», detalla Ibáñez.
Estas técnicas ofrecen grandes posibilidades a los consejos reguladores, que deben vigilar y comprobar que sólo se cultiven las variedades amparadas, por lo que la identificación varietal es para ellos «una herramienta necesaria para cumplir su mandato», añade.
Tradicionalmente se utilizaban métodos «morfológicos», que exigían de la pericia de los expertos y podían dar resultados «subjetivos» o incluso variables, pero actualmente los marcadores de ADN permiten obtener conclusiones objetivas, «que siempre dan el mismo resultado, independientemente de donde se cultiven».
Según Ibáñez, el ADN también es una herramienta clave para la Oficina Española de Variedades Vegetales -que tiene a su cargo el registro de especies comerciales y protegidas del país-, para viveros que quieren evitar errores a la hora de multiplicar las plantas, viticultores que quieren comprobar que no les venden vides de especies no deseadas o para identificar «viñas viejas».
Los trabajos impulsados por todas las comunidades autónomas en un proyecto liderado por el Organismo Autónomo Instituto Madrileño de Investigación y Desarrollo Rural, Agrario y Alimentario (Imidra) y por el ICVV-CSIC hasta la fecha han permitido arrojar numerosas «sorpresas» y «satisfacciones», asegura.
Cepas resistentes a plagas y adaptadas al cambio climático
Los científicos pensaban que casi todas las variedades que se cultivaban en España, unas 150, estaban identificadas, pero las investigaciones han permitido encontrar cerca de 200 nuevos genotipos, muchos de los cuales podrían ser variedades antiguas.
«Hemos descubierto nuevas variedades que tienen que ser evaluadas porque pueden tener las respuestas a los problemas que tenemos en la actualidad, como enfermedades fúngicas(de la madera de la vid) o el cambio climático», señala Ibáñez.
En definitiva, afirma, los marcadores de ADN permiten interpretar el origen genético y conocer la historia de las vides de nuestro país que, además, forma parte de nuestra cultura».